Por María de los Ángeles Buceta
Sin embargo la señora Analía Correa
Gaby, profesora en el Instituto de Profesorado Concordia, a quien entrevistamos
en una oportunidad, asevera que no se han registrados modificaciones en
el clima y que la diferencia es que las heladas ya no se registran de
forma consecutiva sino esporádicas y discontinuas, por lo tanto
los daños son menores.
La situación presentada fue difícil de contrastar. En la
Asamblea concretada en 1993 en la Asociación de Citricultores,
los representantes del sector expusieron los críticos inconvenientes
por los que estaba atravesando la actividad. Resumieron el panorama expresando
que "la citricultura entrerriana iba camino a un final sombrío
tras 45 años de expansión y que la situación de crisis
de ese momento se tornaría insalvable si el Estado y la comunidad
no lo entendían como tal". (73)
Hacia fines de la década, el INTA presentó el informe sobre
el crecimiento de la actividad que abarcaba desde 1965 hasta 1995 del
que se desprenden importantes datos estadísticos. La citricultura
había vivido un importante desarrollo entre 1960 y 1965, que fue
interrumpido por las sequías y heladas que detuvieron el crecimiento,
volviendo a recuperarse entre 1969 y 1973. Durante el resto de la década
del '70 la propagación de la cancrosis y el temor a las consecuencias
de la enfermedad, provocaron el estancamiento de la actividad, que se
recobró en la década del '80. La variación en la
intensidad en el crecimiento varió según la especie y la
localización. El avance se mantuvo, relativamente, hasta 1995,
pero se percibió un desplazamiento de las plantaciones hacia el
Departamento de Federación. (74)
En 1996 la situación se agravó con la aparición de
una nueva enfermedad que venía maltratando a las plantaciones cítricas
de todo el mundo. Se trataba del llamado "minador de las hojas de
los cítricos", cuyos daños más importantes se
registraron en los viveros y plantas jóvenes por estar en continuo
crecimiento. El sector comenzó a combatirlo raudamente mediante
un programa de manejo integrado que incluía el control químico,
el cultural y el biológico. (75)
Para acceder a un análisis objetivo de los graves inconvenientes
que estaba sufriendo la actividad, es necesario comprender que mas allá
de los problemas destacados, la citricultura no cesaba de expandirse,
intensificarse y tecnificarse a nivel internacional. A raíz de
esto, los citricultores tuvieron que adaptarse a las nuevas cláusulas
que imponía el mercado mundial. Los principios básicos que
manejaba el sector se fundaban en la obtención de calidad y cantidad
productiva.
Hacia fines de la década del '90, el distanciamiento entre los
productores y el gobierno se agudizaba. Aquellos se sentían abandonados
por éste y la sociedad. El sector veía como el legendario
trabajo familiar, y todo lo que ello implicaba, se iba consumiendo progresivamente
y advertían una declinación final. Luego de inútiles
intentos de ser escuchados, decidieron manifestarse, con el fin de revertir
la situación, pero, esta vez lo harían saliendo a la ruta,
esperanzados de recibir la ayuda necesaria. Idearon un calendario mensual
que incluya desde diciembre de 1998 a abril de 1999 y que culminó
con la adhesión de todo el sector al paro agropecuario nacional.
De este modo, los productores lograron llamar la atención de las
autoridades y los acontecimientos trascendieron en los medios de comunicación
más importantes del país.(76) (Ver Anexo, Articulo Nº
1).
El nuevo siglo fue recibido con los mejores anhelos, pero el año
2000 no profesaba buenos augurios. La década anterior había
dejado saldos positivos y negativos en varios aspectos. De lo primero
se desprende un óptimo crecimiento en la cantidad de plantaciones
como resultado de la persistencia del sector; igualmente aumentaron las
medidas y técnicas de cultivo que mejoraron la calidad de las cosechas.
De lo segundo, lo más perjudicial fueron las pérdidas de
aquellas familias que tiempos anteriores habían apostado a la actividad
y que la crisis obligó a retirarse de la misma, quedando cientos
de obreros sin ocupación laboral por los puestos de trabajo que
ofrecía anualmente la cosecha y demás cuidados de las quintas.
El Señor Roberto Malvasio expresó que abandonó la
citricultura en el 2000 por razones más que elocuentes:
"Estuve en la actividad hasta hace 5 años, cuando vino
la crisis grande me abrí y me dediqué a la docencia que
me gusta mucho. Yo era Ingeniero y citricultor, pero no me gustaba que
todos los años le cambiaran la receta al cultivo, porque la planta
es una y uno tiene que saber vender su producción y cuando a cada
rato la cambian las cosas se complican". (77)
La crisis a la que hizo referencia el Sr. Malvasio
era consecuencia de la crisis económica por la que atravesaba todo
el país que llegaría al momento más convulsionado
hacia fines del 2001.
A partir de entonces disminuyeron los volúmenes de exportación
y por ende, la recaudación. Los mercados interno y externo estaban
intrínsicamente devastados, sumándose las insalvables barreras
que imponía la Unión Europea para la entrada de citrus argentinos.
El sector sin más opciones y después de haber llamado a
todas las puertas posibles salió nuevamente a reclamar en las rutas
que se convirtió en el escenario de la protesta. Convocaban la
pronta ayuda del gobierno pero el modo de hacerlo no fue bien recibido.
(78) (Ver Anexo, Artículo Nº 2).
En los últimos años la situación fluctuó de
balances anuales favorables y negativos. Los productores, hombres incansables
en el trabajo agrícola, persisten y enfrentan todas las adversidades
que se presentan.
La ciudad de Concordia continúa representando a la capital del
citrus aún después de los innumerables cambios. No posee
cuantioso número de familias citriculturas. Las que perduran intensificaron
las plantaciones y los cuidados sanitarios, con la visión puesta
en el mercado internacional. El mercado interno se encuentra aguardando
un nuevo impulso. En relación a esto el Sr. Malvasio manifestó:
"Hay que reactivar el mercado interno porque siempre va a haber
un 70% u 80% de la fruta que se va a quedar y hay que comercializarla
bien, la fruta que no sirve debe ir a industria. Así se mejoraría,
más en un país pobre como el nuestro, en el que las frutas
son un alimento de vital necesidad". (79)
El crecimiento más notable de los últimos
años es el que han percibido las grandes firmas de la ciudad, que
extienden anualmente sus plantaciones y comercializan internacionalmente.
Las familias citrícolas venden su producción a los empaques
y fábricas regionales.
Muchas de las quintas de citrus han sido reemplazadas por otras plantaciones
como arándano y forestación. Los citricultores observan
dolorosamente esta persistente inclinación en el cambio de producción:
(73) Data: Entrevista a la Sra. Analía
Correa Gaby. Concordia, 16 de septiembre de 2005.
(74) INTA. Boletín Oficial de Información Citrícola.
1996.
(75) INTA. Boletín Oficial de Información Citrícola.
1997.
(76) Revista de la Asociación de Citricultores de Concordia. Enero/abril
1999.
(77) Op. Cit. Entrevista al Sr. Roberto Malvasio.
(78) Diario Clarín. Economía. "Los productores de naranja
taponaron la ruta del MERCOSUR". Bs. As. Edición Domingo 3
de septiembre de 2000.
(79) Op. Cit. Entrevista al Sr. Roberto Malvasio.
"Estamos retrocediendo, se arranca el citrus
por el arándano o la forestación". (80)
El señor Claudio Lemesoff, añade este
cambio a algo más profundo:
"Lo que pasa con la citricultura, es que la democracia mira
poco a las actividades tradicionales y me parece que hay una visión
de la sociedad entera, no solo de la clase política, que es más
responsable en esto de creer que las actividades tradicionales son patrimonio
¡ya está, si los citricultores están, hay que ayudar
al arandanero, a una cosa nueva!
Esta visión es la que perjudica y los políticos tienen la
responsabilidad de cambiarla. Es la pelea de toda la vida, la sociedad
tiene que valorar a las actividades tradicionales pero desde el punto
de vista de la cultura, no creer que el campo es la yerra y las boleadoras".
(81)
Esencialmente, los testimonios distinguen que el escenario
que presenta la actividad en Concordia, difiere de otras zonas productivas.
La señora Velasco pronunció:
"Concordia está atrasada en todo. Las políticas
no sirven porque está devastada en relación a la citricultura
de Federación que tiene el doble de quintas, antes era al revés.
Yo no sé si es la gente que no quiere trabajar o la política
se dedicó a destrozarla". (82)
El señor Malvasio se manifestó sólidamente
en sus declaraciones y se arriesgó a decir:
"Yo creo que Concordia perdió la importancia y este
papel se trasladó a Federación y Chajarí. Sigue siendo
la zona más apta para el citrus, sobre todo para las mandarinas.
Creo que la influencia social es determinante, acá hay grandes
productores con muchos empleados, en Federación trabaja más
la familia
pudieron aguantar más las crisis, acá se
fundieron. La idiosincrasia es diferente
faltan ganas de trabajar".
(83)
La actualidad de la citricultura presenta para las
familias un panorama dificultoso y un futuro incierto. Los productores
reclaman el apoyo de las autoridades gubernamentales y sostienen que la
actividad es muy importante en Concordia, tanto por los puestos de trabajo
que genera, el impulso a la creación de actividades conexas y porque
identifica a la cultura concordiense por su tradicional permanencia. La
señora Velasco hizo referencia explicando:
"Yo creo que es más que importante. Atrás de
la citricultura hay gran cantidad de mano de obra, hay familias, transporte,
negocios, madera, mueve toda la economía regional
tengo temor
que las autoridades dejen morir a la gallina de los huevos de oro".
(84)
Frente a este panorama el sector continúa
trabajando. Las asociaciones de las localidades de Entre Ríos y
la Federación del Citrus, junto a las empresas privadas y a los
pequeños y medianos productores, continúan en la búsqueda
de soluciones sin descuidar la calidad productiva de la región.
Para finalizar la recopilación histórica, se expondrán
algunas de las propuestas que formularon los productores a raíz
de lo antes dicho. El señor Bovino, quien actualmente es propietario
del Empaque Salto Chico y de extensas plantaciones de citrus con excelente
calidad expresó:
"Yo priorizo el trabajo autónomo de los productores
Los Bancos deberían dar mas crédito y a largo plazo".
(85)
El señor Malvasio ya no se dedica al citrus pero
sigue ligado a él por la tradición en su linaje, ya que
su padre es citricultor y porque personalmente aprecia a la actividad,
manifestó al respecto:
"Para mí la propuesta pasa por la seguridad de la clase
dirigente y que los organismos controladores funcionen correctamente".
(86)
En la mayoría de los relatos se identifican
propuestas más allá de que los mismos productores no las
tengan firmemente elaboradas. Las más frecuentes, además
de las mencionadas, son aquellas que se relacionan al hecho de rescatar
a la citricultura del olvido de la comunidad y reencausar a los citricultores
en el orgullo de ser hombres de campo.
La cultura citrícola concordiense debe estar presente en cada uno
de nosotros, porque representa de forma directa la actividad más
sobresaliente que se desarrolló en los últimos cien años
y la mayoría, en algún momento de nuestros antecedentes
familiares, tuvimos o tenemos relación con la labor.
Estuvo presente en el progreso de la ciudad ofreciéndole jerarquía
y siendo artífice de varios de los más relevantes acontecimientos.
Lo que queda por hacer, es tomar conciencia de este significado, valorarla,
respetarla, cuidarla y divulgarla para que llegue a ser admirada por todos
aquellos que se acerquen a este rincón de la Argentina.
(80) Op. Cit. Entrevista al Sr. Enrique Niez.
(81) Op. Cit. Entrevista al Sr. Claudio Lemesoff.
(82) Op. Cit. Entrevista a la Sra. Estela Velasco.
(83) Op. Cit. Entrevista al Sr. Roberto Malvasio.
(84) Op. Cit. Entrevista a la Sra. Estela Velazco.
(85) Op. Cit. Entrevista al Sr. Próspero Bovino.
(86) Op. Cit. Entrevista al Sr. Roberto Malvasio.
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