En la entrevista con el señor
Niez, comentó que conocía personalmente al señor
Bovino y lo definió como un hombre hábil y abocado al
trabajo de productor. Esta dedicación, en palabras del señor
Niez, lo llevó a trasladarse a Estados Unidos donde asistía
a conferencias relacionadas con los avances que experimentaba el campo
hacia 1940 a nivel mundial. Este contacto del señor Bovino con
la producción citrícola estadounidense, permitió
que en la región comenzaran a utilizarse nuevas formas de cultivo.
En una oportunidad hizo traer a un ingeniero de La Florida (EE.UU.)
para analizar el suelo a cultivar. El fin era conocer los minerales
con los que contaba la tierra. Allí descubrieron que Concordia
poseía varios tipos de suelo aún en un mismo lote. A partir
de entonces si esta carecía de algún mineral necesario
para el cultivo de citrus se recurría al abono balanceado, que
consistía en brindar a la tierra elementos como magnesio, calcio,
hierro. Después de este estudio, llevado a cabo en las quintas
Pindapoy, la industria empezó a elaborar el abono balanceado
con fines de comercialización. Sin duda alguna la aplicación
de esta nueva técnica significó un gran adelanto en la
producción regional y en la calidad de la fruta, marcando un
antes y un después a la década del '40. (18)
La fábrica prosiguió su expansión en relevancia
y magnitud durante los 50 años que estuvo en manos de la familia
Bovino. Luego del fallecimiento de los iniciadores, Próspero,
sus hermanos y sus primos asumieron el manejo de la fábrica,
que a partir de la década del '80 funcionó bajo el nombre
de Pinfruta. Decisiones personales de los involucrados pusieron fin
a la fábrica Bovino; en 1991 fue vendida culminando con un ciclo
familiar de trabajo fabril que duró medio siglo. La familia Bovino,
amén de la venta continúo en la actividad. Próspero
es propietario de un empaque y de varias hectáreas que producen
cantidad y calidad de fruta cítrica. Su continuidad manifiesta
el cariño que tiene por la profesión y los años
en ella lo convierten en un idóneo en la tarea. (19)
Se avista claramente en cada relato el auge que beneficiaba a Concordia.
La ciudad crecía y junto a ella la citricultura se intensificaba.
La "Recopilación Histórica de Concordia" de
1977, en uno de sus capítulos plantea que para 1920 la ciudad
se encontraba en lo que se denominó "la región de
la naranja", ya sea por las condiciones favorables que presentaban
sus tierras y el clima templado. Las quintas aumentaban anualmente y,
añade que, si se recorría la zona, en todas partes y en
todos los terrenos, se veían largas filas de naranjos, nuevos
sembradíos y grandes almácigos para la venta. (20)
Los hombres de negocios se sentían halagados por el rendimiento
del frutal y había mucho entusiasmo por dedicarse a su cultivo.
Paulatinamente empiezan a subdividirse grandes extensiones de terreno,
próximos a la ciudad, con el propósito de dedicarlos al
cultivo de citrus, que se colocan fácilmente a elevados precios.
Gregorio Soler y la Compañía Liebigs empiezan a subdividir
sus campos en quintas y chacras que adquieren con tal destino fácil
e inmediata colocación. (21)
Cuando estuvimos en La Criolla, un pueblo ubicado a casi 30 km. de Concordia,
dialogamos con la señora Marta Kukiel, quién se dedica
a la citricultura junto a su familia y concretamente radica en la quinta.
Contó que su suegro fue quién los inició en la
actividad. El señor Enrique Kukiel era oriundo de Polonia y llegó
a la Argentina en la década del '20. Hacia 1925 él, junto
a un grupo de inmigrantes, se instalaron en la actual zona de La Criolla.
No fue casualidad su destino ni el papel que cumplirían en el
sector. Fueron "traídos" por el señor Soler,
propietario de extensas hectáreas dedicadas, mayoritariamente,
al citrus.(22)
Los inmigrantes trasladados a este lugar, trajeron consigo sus herramientas
de trabajo. Se les otorgó un lote de tierra para construir y
cultivar. Así, no solo comenzó la población de
la colonia sino que significó el origen de las plantaciones cítricas
de la zona. (23)
Las quintas del señor Soler se destacaban con relieve propio,
la plantación de la llamada "Pampa de Soler", fue considerada
la mayor del mundo hecha por el hombre. Así fue considerada por
la Comisión Pro - Turismo de Concordia, en 1936, mediante el
Decreto refrendado por el entonces Intendente Domingo Larocca. (24)
Hacia estos años la actividad
comercial e industrial presentaba márgenes alentadores. En cuanto
a la producción citrícola se registraron las siguientes
cifras: 1.500.000 plantas cítricas distribuidas en mandarinas,
naranjas y limones; con un total de producción anual de 800.000
cajones de mandarinas, 300.000 de naranjas y 4.000.000 de limones. (25)
En 1931 surgió una variedad que se convirtió en la fruta
característica de la zona, denominada mandarina Malvasio en alusión
a los dueños de la quinta. Surgió, como la mayoría
de las especies, por una mutación en el vivero y tiene la particularidad
de ser un híbrido entre naranja y mandarina. (26)
El panorama que presentaba el sector citrícola hacia mediados
de siglo era más que confortante. Un ejemplo de este escenario
fue la realización del "VI Congreso Frutícola Nacional",
los días 27 de Julio y 03 de Agosto de 1941. Concordia se constituye
como sede de este acontecimiento dos años antes, siéndole
otorgada en Tucumán debido a la pujanza citrícola de la
zona. (27)
Los últimos años de la década del `30 y los primeros
del `40 son recordados por los daños que produjeron las plagas
en casi todas las plantaciones. Los relatos hacen referencia a la cochinilla
blanca, que era una "pelusita" que se formaba en el tallo
de la fruta; a la langosta, que se convirtió en una verdadera
plaga y el Gobierno Nacional tuvo que asumir la responsabilidad de combatirla.
El señor Colugnatti fue más específico en su memoria
e hizo referencia a una peste muy particular que hacia 1943 o 1944 afectó
las raíces de las plantas de citrus. Se llamaba la podredumbre
de la raicilla, y dañaba al pié del naranjo agrio. La
solución fue sustituirlo por el pie de trifolio. (28)
El informe presentado por AIANER (Asociación de Ingenieros Agrónomos
del Nordeste de Entre Ríos), en octubre del año 2000,
hace referencia a una de las plagas más significativas por su
destrucción, que se propagó hacia 1945. Fue la tristeza
o podredumbre de la raicilla, como la recordó el señor
Colugnatti. Este virus era desconocido en la región; para enfrentar
el mal se hicieron convenios con la Universidad de la Florida en Estados
Unidos y, subsiguientemente, un grupo de técnicos americanos
se trasladaron a la Estación Experimental de Concordia para realizar
una serie de investigaciones. Poco tiempo después se descubrió
que este virus no afectaba a las plantaciones con pie de trifolio; esta
inmunidad suscitó la necesidad del cambio de pie. (29)
Pero 1945 no solo significó un cambio radical en el modo de producción.
Fue el año en el que se creó oficialmente la Asociación
de Citricultores de Concordia, mediante un acta labrada en la Sociedad
Rural, el 30 de marzo de ese año. (Ver Anexo Documento N°
3).
A partir de entonces la producción regional comenzó a
evolucionar en especie, variedad y volumen de cosecha. El abanico de
variedades continuó diversificándose, se expandieron los
cultivos e ingresaron nuevas especies traídas del exterior como
la naranja Valencia Late; esta variedad es de cosecha tardía,
al igual que la mandarina Malvasio. Dentro de las variedades tempranas
se expandió la producción de Satsumas.(30)
La Estación Etnológica participó activamente en
los crecimientos del sector, destacándose el trabajo de introducción
y ensayos de nuevas variedades, tentativa con porta injertos y el estudio
de prevención y control de plagas, enfermedades y nutrición.(31)
De esta manera la citricultura entrerriana afrontaba la segunda mitad
del siglo ya no como una incipiente labor frutícola, sino como
una intensa actividad comercial, que no cesaba de expandirse e impulsaba
la creación de actividades vinculadas.
En poco menos de tres décadas, desplazó otros cultivos,
acrecentó su productividad y formó, progresivamente, a
toda una generación propulsora que influyó en las generaciones
posteriores.
En el análisis de esta primera etapa es necesario remarcar los
cambios que vivió el área técnica del trabajo citrícola
que básicamente se vieron influenciados por el desarrollo de
la producción y la necesidad de hacer que se intensifique y optimice
su calidad.
En el aspecto biológico, fueron varios los problemas que en su
momento aparecieron como barreras insalvables, pero gracias a la fortaleza
anímica del citricultor y a la ayuda y aportes tecnológicos
de nuevos conocimientos, logrados en los laboratorios de experimentación
citrícolas, fueron superados. (32)
Las técnicas de curación (como la llaman los citricultores
pioneros) vivieron el primer cambio hacia la década del 40',
cuándo se pasó de curar con cobre a hacerlo por medio
de verdaderos programas de pulverización, medidas de prevención
y control, que permitieron minimizar los perjudiciales efectos de las
plagas. (33)
Otras de las adversidades que han sido superadas en la etapa inicial
fueron las de índole climática, que aún hoy, escapan
de las posibilidades de control por parte del productor. En los años
1944 y 1945 se registraron intensas heladas que llegaron a los 4º
y hasta 7º bajo cero, provocando ingentes daños con mermas
notables en el volumen de la producción y afectaron a las plantas
que demoraron 2 y 3 años para recuperarse. Daños similares
se presentaron en años posteriores donde se registraron heladas
más perjudiciales. (34)
Para trabajar la tierra, la herramienta insuperable era el arado de
mancera cinchado por animales de tiro. El podado y raleo se hacían
con herramientas manuales.
El transporte por excelencia era el carro y, si las distancias eran
muy grandes se optaba por el barco o el tren. Los primeros tractores
y camiones, se vieron entrado el año 1950. (35)
Cabe agregar que todo el desarrollo tiene como artífice al citricultor
por eso hay que recordar y agradecer a los visionarios que iniciaron
tímidamente, pero con fe, las pequeñas parcelas que se
fueron extendiendo hasta transformar la zona en un emporio citrícola.
La segunda mitad del siglo XX encontró a Concordia en una posición
inmejorable. En pocos años la citricultura resurgió con
más potencia y mayor visión tecnológica, que la
ayudó a sobresalir de los infortunios que se aproximaban.
En 1956 se crea el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria),
que refuerza en recursos humanos y económicos a la antigua Estación
Experimental Agronómica, recibiendo nuevos aportes en el perfeccionamiento
de las variedades, programas de fertilización, control de plagas
y enfermedades, económica cítrica y un especial énfasis
en las tareas de extensión. Asimismo se instaura la Junta Provisional
de la Citricultura y la Corporación Entrerriana de Citrus. Entidades
que simbolizan el apoyo al sector citrícola.
La fábrica Pindapoy representaba un importante aporte socioeconómico
en la región y se sumó la construcción y posterior
inauguración de la fábrica de jugo "Las Tejas"
abriendo nuevas alternativas a la industrialización y al comercio
zonal. (36)
Los registros obtenidos departen que el decenio del '50 representa un
período de importantes desarrollos en el área. Cada vez
fueron más las familias que se iniciaban y las que ya constituían
verdaderas empresas que conferían cuantiosos réditos.
Una de estas familias fue la del señor Claudio Lemesoff. El comentó
que su abuelo, Mauricio Lemesoff, fue quien se incorporó a la
actividad.
El señor Mauricio había inmigrado de Rusia en 1904 y se
emplazó en Los Charrúas, una localidad próxima
a Concordia, donde se dedicaba al comercio ya que no era citricultor.
Posteriormente se trasladó a la ciudad de Concordia y adquirió
tierras entre esta ciudad y aquella a las que subsiguientemente destinó
al cultivo de citrus. Su nieto agregó:
"Su elección estuvo fundada en la tradición citrícola
que ya existía en la zona; poseía la voluntad de crear
su propia unidad productiva y económica". (37)
Con el tiempo fue su padre quien
siguió trabajando en la quinta, a la que incorporó nuevas
tierras y variedades. Su papá era comerciante y citricultor,
se encargaba de vender el cítrico a los fruteros del lugar. La
tercera generación de citricultores la personifica el señor
Claudio. El ha elaborado una notable diferencia entre el citricultor,
el frutero y el comerciante:
"El avance de la población
hacia la ciudad ha hecho que los productores, principalmente en Concordia,
vinieran a la ciudad y dejaran la finca. Así los hijos eran menos
citricultores que los padres, lo que representaba un problema serio
en la actividad, porque la finca pasa a depender de un buen encargado,
que no es el dueño pero vive allí. Después se pierde
la categoría de agricultor y, si no se recibió de ingeniero
agrónomo necesita un asesor, un encargado y un comerciante de
fruta. Ya no es citricultor porque pierde el bagaje cultural.
El frutero de raza es visionario, conoce su actividad como ninguno;
sabe injertar, analiza el mercado y marca tendencias.
Los comerciantes son los que tienen mas éxito". (38)
El señor Claudio expresó
que la prioridad de su abuelo era mantener la unidad productiva, pero
sostiene que en la época de su papá y en su niñez,
esa unidad ya era insuficiente para sustentar económicamente
a la familia. Fue necesario incorporar nuevas tierras y mayor cantidad
de plantas. Para él la citricultura es la actividad más
dinámica que haya conocido. (39)
La década del '50 encarna el ingreso al sector de innovadoras
tecnologías. Pero lo que más se recuerda es que, hacia
estos años, se vislumbraron los primeros tractores y camiones
trabajando en las quintas. Los tractores agilizaron la labor agrícola
y los camiones facilitaron el traslado de la cosecha. Algunos de los
testimonios afirman que:
"Antes era todo más rudimentario,
hasta el '50, cuando empezó a haber tractores; mi papá
en esa época compró un camión". (40)
"El arado se hacia a mano; recién
en el '57 mi papá pudo comprar un tractor". (41)
Estos años están nítidamente
presentes en la memoria de los protagonistas porque estuvieron convulsionados
por factores climáticos que incidieron radicalmente en la producción.
Los datos recabados hacen referencia a un año en particular.
En 1959 se registraron lluvias anuales de 1850 mm. Cuando el promedio
era de 1120 mm., lo que ocasionó un proceso de erosión
en el suelo que provocó la muerte de plantas por asfixia radicular
(almacenamiento de humedad). (42)
(18) Op. Cit. Entrevista al Sr. Enrique Niez.
(19) Op. Cit. Entrevista al Sr. Próspero Bovino.
(20) MEDINA, Luis Mario. Recopilación Histórica de Concordia.
Entre Ríos. Graf. 1977. Pág. 124.
(21) Ibídem.
(22) Data: Entrevista a la Sra. Marta Kukiel. La Criolla, 7 de octubre
de 2005.
(23) Ibídem.
(24) Op. Cit. MEDINA, Luis Mario. 1977.
(25) Op. Cit. MEDINA, Luis Mario. 1977.
(26) Data: Entrevista al Sr. Roberto Malvasio. Concordia, 12 de septiembre
de 2005.
(27) Op. Cit. MEDINA, Luis Mario. 1977.
(28) Op. Cit. Entrevista al Sr. Felipe Colugnatti.
(29) Op. Cit. Informe AIANER. 2000.
(30) Ibídem.
(31) Ibídem.
(32) Boletín Oficial del XX Aniversario de la Fiesta Nacional
de la Citricultura. Entre Ríos. 1988.
(33) Ibídem.
(34) Ibídem.
(35) Op. Cit. Entrevista al Sr. Felipe Colugnatti.
(36) Op. Cit. Informe AIANER. 2000.
(37) Data: Entrevista al Sr. Claudio Lemesoff. Concordia, 21 de septiembre
de 2005.
(38) Op. Cit. Entrevista al Sr. Claudio Lemesoff.
(39) Ibídem.
(40) Op. Cit. Entrevista a la Sra. Higinia Ferrari.
(41) Op. Cit. Entrevista al Sr. Felipe Colugnatti.
(42) Asociación de Citricultores de Concordia. Boletín
Oficial. 1989.