Entre Ríos | Argentina - 23.11.2024
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Capítulo I "La Citricultura en el Departamento Concordia" (3º página)

Por María de los Ángeles Buceta

 

En la entrevista con el señor Niez, comentó que conocía personalmente al señor Bovino y lo definió como un hombre hábil y abocado al trabajo de productor. Esta dedicación, en palabras del señor Niez, lo llevó a trasladarse a Estados Unidos donde asistía a conferencias relacionadas con los avances que experimentaba el campo hacia 1940 a nivel mundial. Este contacto del señor Bovino con la producción citrícola estadounidense, permitió que en la región comenzaran a utilizarse nuevas formas de cultivo. En una oportunidad hizo traer a un ingeniero de La Florida (EE.UU.) para analizar el suelo a cultivar. El fin era conocer los minerales con los que contaba la tierra. Allí descubrieron que Concordia poseía varios tipos de suelo aún en un mismo lote. A partir de entonces si esta carecía de algún mineral necesario para el cultivo de citrus se recurría al abono balanceado, que consistía en brindar a la tierra elementos como magnesio, calcio, hierro. Después de este estudio, llevado a cabo en las quintas Pindapoy, la industria empezó a elaborar el abono balanceado con fines de comercialización. Sin duda alguna la aplicación de esta nueva técnica significó un gran adelanto en la producción regional y en la calidad de la fruta, marcando un antes y un después a la década del '40. (18)

La fábrica prosiguió su expansión en relevancia y magnitud durante los 50 años que estuvo en manos de la familia Bovino. Luego del fallecimiento de los iniciadores, Próspero, sus hermanos y sus primos asumieron el manejo de la fábrica, que a partir de la década del '80 funcionó bajo el nombre de Pinfruta. Decisiones personales de los involucrados pusieron fin a la fábrica Bovino; en 1991 fue vendida culminando con un ciclo familiar de trabajo fabril que duró medio siglo. La familia Bovino, amén de la venta continúo en la actividad. Próspero es propietario de un empaque y de varias hectáreas que producen cantidad y calidad de fruta cítrica. Su continuidad manifiesta el cariño que tiene por la profesión y los años en ella lo convierten en un idóneo en la tarea. (19)
Se avista claramente en cada relato el auge que beneficiaba a Concordia. La ciudad crecía y junto a ella la citricultura se intensificaba.

La "Recopilación Histórica de Concordia" de 1977, en uno de sus capítulos plantea que para 1920 la ciudad se encontraba en lo que se denominó "la región de la naranja", ya sea por las condiciones favorables que presentaban sus tierras y el clima templado. Las quintas aumentaban anualmente y, añade que, si se recorría la zona, en todas partes y en todos los terrenos, se veían largas filas de naranjos, nuevos sembradíos y grandes almácigos para la venta. (20)

Los hombres de negocios se sentían halagados por el rendimiento del frutal y había mucho entusiasmo por dedicarse a su cultivo. Paulatinamente empiezan a subdividirse grandes extensiones de terreno, próximos a la ciudad, con el propósito de dedicarlos al cultivo de citrus, que se colocan fácilmente a elevados precios. Gregorio Soler y la Compañía Liebigs empiezan a subdividir sus campos en quintas y chacras que adquieren con tal destino fácil e inmediata colocación. (21)
Cuando estuvimos en La Criolla, un pueblo ubicado a casi 30 km. de Concordia, dialogamos con la señora Marta Kukiel, quién se dedica a la citricultura junto a su familia y concretamente radica en la quinta.

Contó que su suegro fue quién los inició en la actividad. El señor Enrique Kukiel era oriundo de Polonia y llegó a la Argentina en la década del '20. Hacia 1925 él, junto a un grupo de inmigrantes, se instalaron en la actual zona de La Criolla. No fue casualidad su destino ni el papel que cumplirían en el sector. Fueron "traídos" por el señor Soler, propietario de extensas hectáreas dedicadas, mayoritariamente, al citrus.(22)
Los inmigrantes trasladados a este lugar, trajeron consigo sus herramientas de trabajo. Se les otorgó un lote de tierra para construir y cultivar. Así, no solo comenzó la población de la colonia sino que significó el origen de las plantaciones cítricas de la zona. (23)
Las quintas del señor Soler se destacaban con relieve propio, la plantación de la llamada "Pampa de Soler", fue considerada la mayor del mundo hecha por el hombre. Así fue considerada por la Comisión Pro - Turismo de Concordia, en 1936, mediante el Decreto refrendado por el entonces Intendente Domingo Larocca. (24)

Hacia estos años la actividad comercial e industrial presentaba márgenes alentadores. En cuanto a la producción citrícola se registraron las siguientes cifras: 1.500.000 plantas cítricas distribuidas en mandarinas, naranjas y limones; con un total de producción anual de 800.000 cajones de mandarinas, 300.000 de naranjas y 4.000.000 de limones. (25)
En 1931 surgió una variedad que se convirtió en la fruta característica de la zona, denominada mandarina Malvasio en alusión a los dueños de la quinta. Surgió, como la mayoría de las especies, por una mutación en el vivero y tiene la particularidad de ser un híbrido entre naranja y mandarina. (26)

El panorama que presentaba el sector citrícola hacia mediados de siglo era más que confortante. Un ejemplo de este escenario fue la realización del "VI Congreso Frutícola Nacional", los días 27 de Julio y 03 de Agosto de 1941. Concordia se constituye como sede de este acontecimiento dos años antes, siéndole otorgada en Tucumán debido a la pujanza citrícola de la zona. (27)

Los últimos años de la década del `30 y los primeros del `40 son recordados por los daños que produjeron las plagas en casi todas las plantaciones. Los relatos hacen referencia a la cochinilla blanca, que era una "pelusita" que se formaba en el tallo de la fruta; a la langosta, que se convirtió en una verdadera plaga y el Gobierno Nacional tuvo que asumir la responsabilidad de combatirla.
El señor Colugnatti fue más específico en su memoria e hizo referencia a una peste muy particular que hacia 1943 o 1944 afectó las raíces de las plantas de citrus. Se llamaba la podredumbre de la raicilla, y dañaba al pié del naranjo agrio. La solución fue sustituirlo por el pie de trifolio. (28)

El informe presentado por AIANER (Asociación de Ingenieros Agrónomos del Nordeste de Entre Ríos), en octubre del año 2000, hace referencia a una de las plagas más significativas por su destrucción, que se propagó hacia 1945. Fue la tristeza o podredumbre de la raicilla, como la recordó el señor Colugnatti. Este virus era desconocido en la región; para enfrentar el mal se hicieron convenios con la Universidad de la Florida en Estados Unidos y, subsiguientemente, un grupo de técnicos americanos se trasladaron a la Estación Experimental de Concordia para realizar una serie de investigaciones. Poco tiempo después se descubrió que este virus no afectaba a las plantaciones con pie de trifolio; esta inmunidad suscitó la necesidad del cambio de pie. (29)
Pero 1945 no solo significó un cambio radical en el modo de producción. Fue el año en el que se creó oficialmente la Asociación de Citricultores de Concordia, mediante un acta labrada en la Sociedad Rural, el 30 de marzo de ese año. (Ver Anexo Documento N° 3).
A partir de entonces la producción regional comenzó a evolucionar en especie, variedad y volumen de cosecha. El abanico de variedades continuó diversificándose, se expandieron los cultivos e ingresaron nuevas especies traídas del exterior como la naranja Valencia Late; esta variedad es de cosecha tardía, al igual que la mandarina Malvasio. Dentro de las variedades tempranas se expandió la producción de Satsumas.(30)

La Estación Etnológica participó activamente en los crecimientos del sector, destacándose el trabajo de introducción y ensayos de nuevas variedades, tentativa con porta injertos y el estudio de prevención y control de plagas, enfermedades y nutrición.(31)
De esta manera la citricultura entrerriana afrontaba la segunda mitad del siglo ya no como una incipiente labor frutícola, sino como una intensa actividad comercial, que no cesaba de expandirse e impulsaba la creación de actividades vinculadas.
En poco menos de tres décadas, desplazó otros cultivos, acrecentó su productividad y formó, progresivamente, a toda una generación propulsora que influyó en las generaciones posteriores.

En el análisis de esta primera etapa es necesario remarcar los cambios que vivió el área técnica del trabajo citrícola que básicamente se vieron influenciados por el desarrollo de la producción y la necesidad de hacer que se intensifique y optimice su calidad.
En el aspecto biológico, fueron varios los problemas que en su momento aparecieron como barreras insalvables, pero gracias a la fortaleza anímica del citricultor y a la ayuda y aportes tecnológicos de nuevos conocimientos, logrados en los laboratorios de experimentación citrícolas, fueron superados. (32)
Las técnicas de curación (como la llaman los citricultores pioneros) vivieron el primer cambio hacia la década del 40', cuándo se pasó de curar con cobre a hacerlo por medio de verdaderos programas de pulverización, medidas de prevención y control, que permitieron minimizar los perjudiciales efectos de las plagas. (33)

Otras de las adversidades que han sido superadas en la etapa inicial fueron las de índole climática, que aún hoy, escapan de las posibilidades de control por parte del productor. En los años 1944 y 1945 se registraron intensas heladas que llegaron a los 4º y hasta 7º bajo cero, provocando ingentes daños con mermas notables en el volumen de la producción y afectaron a las plantas que demoraron 2 y 3 años para recuperarse. Daños similares se presentaron en años posteriores donde se registraron heladas más perjudiciales. (34)
Para trabajar la tierra, la herramienta insuperable era el arado de mancera cinchado por animales de tiro. El podado y raleo se hacían con herramientas manuales.
El transporte por excelencia era el carro y, si las distancias eran muy grandes se optaba por el barco o el tren. Los primeros tractores y camiones, se vieron entrado el año 1950. (35)
Cabe agregar que todo el desarrollo tiene como artífice al citricultor por eso hay que recordar y agradecer a los visionarios que iniciaron tímidamente, pero con fe, las pequeñas parcelas que se fueron extendiendo hasta transformar la zona en un emporio citrícola.
La segunda mitad del siglo XX encontró a Concordia en una posición inmejorable. En pocos años la citricultura resurgió con más potencia y mayor visión tecnológica, que la ayudó a sobresalir de los infortunios que se aproximaban.

En 1956 se crea el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), que refuerza en recursos humanos y económicos a la antigua Estación Experimental Agronómica, recibiendo nuevos aportes en el perfeccionamiento de las variedades, programas de fertilización, control de plagas y enfermedades, económica cítrica y un especial énfasis en las tareas de extensión. Asimismo se instaura la Junta Provisional de la Citricultura y la Corporación Entrerriana de Citrus. Entidades que simbolizan el apoyo al sector citrícola.
La fábrica Pindapoy representaba un importante aporte socioeconómico en la región y se sumó la construcción y posterior inauguración de la fábrica de jugo "Las Tejas" abriendo nuevas alternativas a la industrialización y al comercio zonal. (36)

Los registros obtenidos departen que el decenio del '50 representa un período de importantes desarrollos en el área. Cada vez fueron más las familias que se iniciaban y las que ya constituían verdaderas empresas que conferían cuantiosos réditos.
Una de estas familias fue la del señor Claudio Lemesoff. El comentó que su abuelo, Mauricio Lemesoff, fue quien se incorporó a la actividad.

El señor Mauricio había inmigrado de Rusia en 1904 y se emplazó en Los Charrúas, una localidad próxima a Concordia, donde se dedicaba al comercio ya que no era citricultor.
Posteriormente se trasladó a la ciudad de Concordia y adquirió tierras entre esta ciudad y aquella a las que subsiguientemente destinó al cultivo de citrus. Su nieto agregó:
"Su elección estuvo fundada en la tradición citrícola que ya existía en la zona; poseía la voluntad de crear su propia unidad productiva y económica". (37)

Con el tiempo fue su padre quien siguió trabajando en la quinta, a la que incorporó nuevas tierras y variedades. Su papá era comerciante y citricultor, se encargaba de vender el cítrico a los fruteros del lugar. La tercera generación de citricultores la personifica el señor Claudio. El ha elaborado una notable diferencia entre el citricultor, el frutero y el comerciante:

"El avance de la población hacia la ciudad ha hecho que los productores, principalmente en Concordia, vinieran a la ciudad y dejaran la finca. Así los hijos eran menos citricultores que los padres, lo que representaba un problema serio en la actividad, porque la finca pasa a depender de un buen encargado, que no es el dueño pero vive allí. Después se pierde la categoría de agricultor y, si no se recibió de ingeniero agrónomo necesita un asesor, un encargado y un comerciante de fruta. Ya no es citricultor porque pierde el bagaje cultural.
El frutero de raza es visionario, conoce su actividad como ninguno; sabe injertar, analiza el mercado y marca tendencias.
Los comerciantes son los que tienen mas éxito". (38)

El señor Claudio expresó que la prioridad de su abuelo era mantener la unidad productiva, pero sostiene que en la época de su papá y en su niñez, esa unidad ya era insuficiente para sustentar económicamente a la familia. Fue necesario incorporar nuevas tierras y mayor cantidad de plantas. Para él la citricultura es la actividad más dinámica que haya conocido. (39)
La década del '50 encarna el ingreso al sector de innovadoras tecnologías. Pero lo que más se recuerda es que, hacia estos años, se vislumbraron los primeros tractores y camiones trabajando en las quintas. Los tractores agilizaron la labor agrícola y los camiones facilitaron el traslado de la cosecha. Algunos de los testimonios afirman que:

"Antes era todo más rudimentario, hasta el '50, cuando empezó a haber tractores; mi papá en esa época compró un camión". (40)

"El arado se hacia a mano; recién en el '57 mi papá pudo comprar un tractor". (41)

Estos años están nítidamente presentes en la memoria de los protagonistas porque estuvieron convulsionados por factores climáticos que incidieron radicalmente en la producción.
Los datos recabados hacen referencia a un año en particular. En 1959 se registraron lluvias anuales de 1850 mm. Cuando el promedio era de 1120 mm., lo que ocasionó un proceso de erosión en el suelo que provocó la muerte de plantas por asfixia radicular (almacenamiento de humedad). (42)


(18) Op. Cit. Entrevista al Sr. Enrique Niez.
(19) Op. Cit. Entrevista al Sr. Próspero Bovino.
(20) MEDINA, Luis Mario. Recopilación Histórica de Concordia. Entre Ríos. Graf. 1977. Pág. 124.
(21) Ibídem.
(22) Data: Entrevista a la Sra. Marta Kukiel. La Criolla, 7 de octubre de 2005.
(23) Ibídem.
(24) Op. Cit. MEDINA, Luis Mario. 1977.
(25) Op. Cit. MEDINA, Luis Mario. 1977.
(26) Data: Entrevista al Sr. Roberto Malvasio. Concordia, 12 de septiembre de 2005.
(27) Op. Cit. MEDINA, Luis Mario. 1977.
(28) Op. Cit. Entrevista al Sr. Felipe Colugnatti.
(29) Op. Cit. Informe AIANER. 2000.
(30) Ibídem.
(31) Ibídem.
(32) Boletín Oficial del XX Aniversario de la Fiesta Nacional de la Citricultura. Entre Ríos. 1988.
(33) Ibídem.
(34) Ibídem.
(35) Op. Cit. Entrevista al Sr. Felipe Colugnatti.
(36) Op. Cit. Informe AIANER. 2000.
(37) Data: Entrevista al Sr. Claudio Lemesoff. Concordia, 21 de septiembre de 2005.
(38) Op. Cit. Entrevista al Sr. Claudio Lemesoff.
(39) Ibídem.
(40) Op. Cit. Entrevista a la Sra. Higinia Ferrari.
(41) Op. Cit. Entrevista al Sr. Felipe Colugnatti.
(42) Asociación de Citricultores de Concordia. Boletín Oficial. 1989.

 

 
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