Entre Ríos | Argentina - 21.11.2024
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Capítulo I "La Citricultura en el Departamento Concordia" (5º página)

Por María de los Ángeles Buceta

El señor Claudio Lemesoff retornó a la ciudad una vez realizados sus estudios universitarios en la ciudad de La Plata. Recuerda que a su regreso en 1978, su padre ya tenía una empresa citrícola a la que él ingresó a trabajar. Para ese entonces eran propietarios de varias hectáreas plantadas con citrus que poseían mayor cantidad de plantas por lote. (56)
La señor. Ferrari había contraído matrimonio con el señor Maya. Ella provenía de una familia de citricultores, pero su esposo no tenía antecedentes de la actividad en su familia. Juntos decidieron comprar las tierras de los hermanos de la señora y en 1976 iniciaron su propia empresa familiar con un total de 50 hectáreas dedicadas al cultivo.(57)

 


Quinta de la Familia Maya hacia 1970

La década del ´70 aguardaba una nueva batalla que debió afrontar el sector. Los relatos manifestaron que hacia estos años surgieron nuevas pestes como la psorosis, cancrosis, y la mosca de la fruta.
En relación a esto se obtuvieron datos concretos que dan fe de lo mencionado.
Hacia 1974, la cancrosis, se convirtió en una seria amenaza por los ataques y daños causados especialmente en las plantaciones de pomelos. Se trataba de una bacteria que atacaba a los cítricos provocando perjudiciales daños. La Señora Ferrari comentó:

"En esa época dejó de plantarse el pomelo porque era el que más las criaba". (58)

Para combatir estas enfermedades fue necesario poner en práctica nuevos insecticidas fosforados y se realizaron profundos estudios que dieron respaldo a una serie de medidas de prevención y control.
Próximamente, los citricultores atravesaron por una situación muy dolorosa cuando el gobierno exigió, como medida de exterminio, que se quemen las plantas infectadas. La erradicación de la cancrosis se llevó adelante en Entre Ríos entre 1976 a 1978. El programa de eliminación consistía en quemar tanto las plantas infectadas como las plantas cercanas a aquellas. Al mismo tiempo se adoptaron rigurosas medidas con el fin de "limpiar" las plantaciones. A partir de 1978 el gobierno autorizó que se llevara a cabo el "Sistema de Convivencia con la Cancrosis", que residía en realizar pulverizaciones con productos cúpricos, a las que se sumaban otras prácticas tales como el uso de variedades más resistentes, plantación de cortinas forestales y poda de plantas que manifiesten síntomas de infección.(59)
La señora Higinia Ferrari fue testigo de la pelea en contra de la enfermedad y denominó al proceso como un crimen:

"La Cancrosis estaba en las plantas del vivero y fueron compradas y trasladadas a las quintas; ahí se propagó y como no se sabía combatirla el gobierno mandó a quemar las plantas. Fue un crimen; estaba la orden de arrancar la quinta y venían y te la destrozaban" (60)

No caben dudas que el dolor que sintió la señora fue experimentado por cada una de las familias que veían quemar sus quintas que en algunos casos tenían más de 15 años de antigüedad.
Allí quedaron truncas las ilusiones de los productores, cortándose arbitrariamente largas generaciones de trabajo familiar.

(56) Op. Cit. Entrevista al Sr. Claudio Lemesoff.
(57) Op. Cit. Entrevista a la Sra. Higilda Ferrari.
(58) Op. Cit. Entrevista a la Sra. Higinia Ferrari.
(59) Op. Cit. ANDERSON, Catalina y Otros.
(60) Op. Cit. Entrevista a la Sra. Higinia Ferrari.

La señora Ferrari también nos relató que:

"Después vino la cura y había que poner gente a trabajar para que corten las hojas, planta por planta, y a veces te hacían mal el trabajo y la Cancrosis seguía".(61)

Durante los últimos años de la década, los conocimientos adquiridos a partir de las investigaciones permitieron disponer de un paquete tecnológico que otorgaba respuestas a las necesidades del sector y propició que la producción se recuperara. Consecutivamente aumentó la demanda de asesoramiento técnico por parte de los productores y se incorporaron nuevas técnicas en el manejo del suelo y el cultivo. (62)
Las condiciones mejoraron hacia 1980. La citricultura se estaba recuperando prósperamente del problema sanitario. Poco a poco el mercado interno se intensificó y la exportación continuó ofreciendo excelentes márgenes con nuevos mercados, como Canadá, Europa del Este, el Sudeste Asiático y los Países Árabes. Pero, como era de esperarse en una actividad tan dinámica, en los últimos años el panorama se presentó con significativas fluctuaciones.

Remitiéndonos a los principios del decenio, se dilucidó que la actividad se desarrollaba positivamente y los adelantos técnicos constituyeron el mejor recurso para el campo.

La señora Velasco y su marido representan una de las familias que escogieron dedicarse al citrus viendo la fructífera situación que ofrecía la actividad. El matrimonio era propietario de un comercio; muchos de los clientes del lugar eran citricultores y por ellos conocían los buenos réditos que ofrecía el cultivo y como impulsaba al mercado interno y a la creación de actividades relacionadas. En reticencia al tema comentó:

"Nosotros teníamos un negocio y sentimos la necesidad de cambiar porque pensábamos que toda la vida no podíamos seguir allí, porque era muy dinámico y a nosotros se nos venían lo años encima. Teníamos opciones como las vacas o el cereal, pero teníamos muchos clientes que se dedicaban al citrus porque en ese momento la actividad andaba bien"
. (63)

Fue así como eligieron proponerse al cultivo y compraron una quinta en Federación, concretamente en Colonia la Argentina; A continuación, atendiendo a sus necesidades y el desgaste físico que provocaba el traslado desde Concordia a aquella ciudad, prefirieron comprar otra finca en Colonia Ayuí en el año 1988. La nueva quinta tenia viejas plantaciones de citrus y demandó una laboriosa tarea porque debieron reemplazar las plantas que ya no servían. Acto seguido, buscaron asesoramiento del INTA y sembraron con variedades óptimas para el tipo de suelo que presentaba el lugar.
Llegar a tomar una decisión tan importante para sus vidas motivó la necesidad de concretar notables cambios. En primer lugar ninguno de los dos procedía de familias dedicadas a la agricultura; el señor había mantenido contacto con el agro, porque su padre cultivaba algunas verduras cuando residía en Córdoba.

"Lo decidimos entre los dos. Mi marido vino de Córdoba y su familia tenia algunas plantaciones de papa y batata, por eso sabia un poco del campo; yo lo único que sabia era distinguir una naranja de una mandarina".
(64)

Durante los primeros años de haber adquirido la finca, el matrimonio viajaba diariamente de Concordia a Colonia Ayuí.

"Un día el contador y mi marido dijeron: alguien se tiene que hacer cargo de la quinta. Y me mandaron a mí; yo iba y venia todo el día de Concordia a la Colonia, en un 147 que andaba re bien, hacia cuatro viajes al día". (65)

Años después el matrimonio optó por radicarse de forma definitiva en la quinta. El destino de la producción estuvo orientado a la exportación desde el primer momento. Por esto las variedades cultivadas tenían relación directa con aquel fin.

"En la quinta se empezó con mandarina campeona y común y ya en el '88 había lo que se llamaba cambio de copa y estas dos variedades se convirtieron en mandarinas novas… después de otro cambio de copa se convirtieron en murcott".
(66)

La señora se define como una persona abierta al cambio y a las innovaciones necesarias para el progreso citrícola y reconoce que el sector es muy cerrado a estas concepciones pero que no hay que bajar los brazos y continuar trabajando.
Durante la mayor parte de la década, la citricultura prosiguió creciendo positivamente y se sumaron muchas familias que pasaron a formar parte de lo que se denominó "pequeños y medianos productores", definidos por la cantidad de hectáreas con las que contaban.
Los primeros inconvenientes se divisaron hacia fines del '80. La actividad comienza a atravesar una crisis, producto de la crisis socioeconómica que convulsionaba al país, que afectó seriamente a estos productores, con menor poder de negociación para la venta de su fruta y además con menor capacidad financiera para compensar la situación.

La caída de los precios de la fruta y el aumento de casi 20 veces más de los insumos, por la dolarización, determinaron un importante encarecimiento de los costos en términos de producción, lo que hizo cada vez mas difícil realizar una administración adecuada de las plantaciones. (67)

Más tarde, de los últimos meses del `88 hasta abril del `89 la región sufrió una prolongada sequía que ocasionó importantes perjuicios como considerables pérdidas, disminución del valor comercial, deterioro del estado vegetativo de las plantas, entre otros daños.

Frente a las consecuencias del factor climático, los citricultores debieron ingeniárselas para regar a costos accesibles. En cambio las grandes empresas e importantes fincas accedieron a la instalación de equipos de riego localizados, que se convirtió en la innovación del decenio y fue difundido hacia los '90. El panorama continúo empeorando y los productores buscaron salidas requiriendo el apoyo del Gobierno. Fue así como en el mes de agosto de 1989, un grupo de representantes de la comisión de citricultores se dirigió a la capital nacional para entrevistarse con el entonces Presidente Carlos Saúl Menem. Los reclamos se relacionaban con las altas retenciones impuestas a las exportaciones, las elevadas tarifas portuarias y los abultados gravámenes que pagaban por la importación de agroquímicos. Las inquietudes recibieron buen eco y el Presidente resolvió que se trabajaría en el tema. (68)
La década del '90 constituye un periodo agitado de la historia argentina, y la citricultura no quedó al margen de los acontecimientos.
Durante este periodo, muchos citricultores no encontraron otra salida y tuvieron que abandonar la profesión.

Los relatos recuerdan que:

"Hay muchas fincas que ya no están, como los Scordia; todos los que se fueron estaban muy mal económicamente… se ven muchas quintas abandonadas cerca de Concordia". (69)

En 1991 la familia Bovino vendió la fabrica Pindapoy, que pasó a otros dueños, después de más de 50 años en los que brindó prosperidad e infortunios; la familia se vio obligada a desprenderse de la industria, pero no significó que abandonaran la actividad.

El señor Próspero Bovino señaló que su continuidad se debe a:

"Principalmente por tradición familiar, porque conozco el trabajo,
le tengo cariño".
(70)

La familia Malvasio también se vio afectada por la crisis económica. La sociedad continuó trabajando como tal hasta el '90, luego algunos de los hermanos eligieron separarse y solo dos de ellos prosiguieron, el padre y el tío del Señor Roberto.
El señor Felipe Colugnatti, frente a los duros años que se avecinaban, prefirió centrarse en el trabajo de viverista, alejándose de la citricultura. El Señor sostuvo que:

"La quinta se cuidaba por tradición y porque era otra salida, pero siempre se la ayudó con otra cosa porque los márgenes no eran muy grandes y menos de una época hasta ahora. Hace ocho años (década del '90), yo me dedico al vivero". (71)

El señor Claudio Lemesoff también reconoció que fueron épocas muy duras para los productores, que obtenía absurdos análisis económicos por los insuficientes márgenes, pero que de todos modos los citricultores continuaron plantando.
Su observación coincide con los datos alcanzados mediante el análisis de los censos citrícolas realizados en esos años que plantean una aceleración del ritmo de crecimiento atribuido al supuesto de mejores condiciones climáticas, que décadas anteriores provocaban elevadas pérdidas.
Los testimonios que hacen referencia expresan los cambios climáticos que ellos percibieron:

"Yo creo que antes hacia mas frío que ahora…en el '95 hubo una helada que nos tiró todas las naranjas". (72)

(61) Op. Cit. Entrevista a la Sra. Higinia Ferrari.
(62) Op. Cit. Informe AIANER. 2000.
(63) Data. Entrevista a la Sra. Estela Velasco. Colonia Ayuí. 13 de septiembre de 2005.
(64) Op. Cit. Entrevista a la Sra. Estela Velazco.
(65) Ibídem.
(66) Ibídem.
(67) Asociación de Citricultores de Concordia. Boletín Trimestral. Mayo 1989.
(68) Asociación de Citricultores de Concordia. Memoria y Balance. Ejercicio 1988/89.
(69) Op. Cit. Entrevista a la Sra. Estela Velasco.
(70) Op. Cit. Entrevista al Sr. Próspero Bovino.
(71) Op. Cit. Entrevista al Sr. Felipe Colugnatti.
(72) Op. Cit. Entrevista a la Sra. Higinia Ferrari.



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